Esta columna de Maxim Huerta es para quitarse el sombrero. Y luego el corazón y darle la vuelta como a un calcetín y meterlo en la lavadora. Porque está sucio y desgastado.
A veces miro a mi padre, como ahora, y me quedo callado. Los dos frente a frente, con un café de por medio. “Qué pasa, papá”, le digo. “Bien”, me responde. Nada más. Ahí acaba toda la charla del día…
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Pues sí, impresionante.
Muchas gracias por subirla en su blog, que me la hubiera perdido
Un abrazo
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