De domingo de verano.
Desayunar muy tarde (o, como en en mi caso, muy temprano: cuando me despertó el gato, a las 6) y leer el periódico a la fresquita, mientras se toma un café en la plaza del puebro.
¡Pero qué ricos son los domingos!
De domingo de verano.
Desayunar muy tarde (o, como en en mi caso, muy temprano: cuando me despertó el gato, a las 6) y leer el periódico a la fresquita, mientras se toma un café en la plaza del puebro.
¡Pero qué ricos son los domingos!
Los comentarios están cerrados.
El café con churros… supongo? es que sí no hay churros no saben igual los domingos. Besitos.
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Pues no, esta vez fue café con leche sin más… porque ya habia desayunado (a las 6). Para los churros soy mu especial: el cemento me sienta fatal.
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