Son las 6 de la mañana y llevo dando vueltas en la cama desde que el gato tuvo a bien obsequiarme con una sesión de mordiscos en los calcañares, a las 5 y poco. ¡Mis pobres tobillos y la funda del edredón!
Llevo una temporadita de despertares tempraneros, que si no aprovecho para tirarme de la cama y venirme aquí es por verguenza. El frío no acompaña, pues de lo cotnrario me tiraría del todo y me iría a ver amencer en algún lado de la Mesa. En fin, échale la culpa al gato.
(No vale la infusión de valeriana: al él le sirve de estimulante).
Si una se puede meter en la cama tempranito ( y estar en siete sueños a las 10 o así ) , lo de levantarse todavía de noche cerrada es una delicia, y cunden muchísimo la lectura, la preparación de papeleo, etc. Lo malo es que a los que comparten la casa con nosotros no siempre les van los mismos horarios…
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Uuuh acostarse antes de las 10, ¡imposible! Tendría que estar muy muy cansada. Los de caracter introvertido solemos ser de altas horas de la noche, noctámbulos sin bares ni copas.
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Yo también era nocturna, de joven…
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Me dicen algunos que tienen más edad que yo que ésta, la edad, también influye en esos insomnios. O será el clima: cuando estaba en ese país que ahora sale de la crisis, me estaba escribiendo hasta las 4 de la mañana y no me daba ni cuenta. Ahora… ¡bufff!
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